Un sábado cualquiera del verano Sudafricano, el día es feo y
desapacible, llueve por momentos a mares, son las 5 de la mañana y nos
despertamos con grandes expectativas. Hoy pretendemos sumergirnos en las
gélidas aguas del Cabo para encontrarnos de frente y en su hábitat con el GRAN
TIBURON BLANCO.
Parece mentira que el dia anterior sacásemos la foto que encabeza este post, sol, 28 grados y un perfecto día de verano Sudafricano en las playas del Cabo.
Hace ya muchos años que tenía la decisión tomada, pero por diversas
razones nunca había podido sumergirme entre tiburones. La culpa la tiene un
Telediario donde mostraban unas increíbles imágenes de grandes tiburones
blancos nadando entre jaulas sumergidas en el mar en la cual se introducían de
aquella, especialistas y amantes del mar.
Hoy en día, el conocido como “Shark Cage Diving” o “Buceo en jaula con
tiburones” es una oferta turística más de este precioso y desconocido rincón
del mundo.
Ya hay varios post en este blog que hablan de Sudáfrica, de Ciudad del
Cabo y de lo que yo llamo el “Embrujo Africano”. Es efectivamente una tierra
bondadosa y un lugar a donde me iría a pasar las vacaciones año tras año.
Ciudad del Cabo me tiene profundamente conquistado.
Después de un precioso viaje de poco menos de dos horas por el
interior de la Península del Cabo hacia el este, a través de zonas con viñedos
y a través de un pueblo típico de película llamado Hermanus, llegamos a
Gansbaii donde nos recibe el personal de GREAT WHITE SHARK TOURS, para mucha gente, la mejor empresa de
Shark Cage Diving de la zona de Ciudad del Cabo.
En pocos minutos nos explican los pormenores de la excursión y una vez
pagamos nos dan no muy buenas noticias. Aquí dependemos algo de la destreza de
los capitanes y del personal de a bordo y su conocimiento del medio, pero sobre
todo de la madre naturaleza.
·
Ayer
sólo pudieron ver 2 tiburones
· La
visibilidad era de sólo 0.5 metros
· Tardaron
en ver el primero 4 horas
· No es la
mejor época para la vista de tiburones
· El
tiempo que dan es lluvioso
·
Debido a
que es marea baja tendremos un paseo de 15 minutos en furgoneta y otros 45 en
barco
Así que con la moral por los suelos y envueltos en impermeables marineros,
nos dirigimos a la zona donde el tiburón se alimenta, con muy pocas ganas y muy
pocas perspectivas.
La lluvia finalmente nos abandona y en el barco somos no más de 20
personas con un solo sueño; ver de frente al Gran Tiburón Blanco.
Enseguida Bryan y su tripulación tiran al mar la jaula en la que caben 8
personas y la amarran al barco. Los primeros valientes se ponen el traje de
neopreno mientras el personal empieza a tirar al mar lo que en el mundillo se conoce
como “macizu” para atraer a los tiburones. Asimismo se utiliza una tabla con
forma de león marino y una parte de un bonito de unos 4 Kg de peso que se usa
como cebo.
Ya más tranquilos ante las mejores circunstancias climatológicas nos
sentamos a esperar a la llegada del tiburón. Generalmente la espera es de un
mínimo de 30 o 40 minutos y esta vez los tiburones son fieles a su cita. Buena e indicativa la próxima foto que nos da una perfecta perspectiva de cómo es la jaula y donde y como estamos cuando nos sumergimos. Esta foto NO pertenece a este viaje pero me pareció muy buena y explicativa.
Tenía el miedo de que esta excursión fuese un poco “amañada”, quiero
decir, los peces vienen todos los días a la misma hora porque todos los días
les doy de comer, NO ES ASI. Nos comentan que no suelen repetirse las visitas
de los escualos y que en la zona los hay a miles. Con los movimientos
migratorios y un largo etc es difícil que se repita la visita de un mismo
tiburón.
Vemos desde el barco acercarse al primer tiburón y nos impacta verlo
tan cerca y a simple vista, tan poco peligroso. Juegan un poco con la comida
que se les tira a modo de cebo y con el que se les atrae a la jaula.
Tenemos 5 metros de visibilidad y el agua a una gélida temperatura de
11 grados.
Nos proporcionan un traje de buceo (de neopreno de 6mm), plomos, gorro
y unas gafas de buceo. El esquema es muy sencillo.
Poco a poco nos vamos metiendo en la jaula saltando desde el barco los
8 invitados. En la jaula tienes en todo momento los pies en el suelo de la misma
y la cabeza y las manos (si quieres) fuera, y me refiero fuera al aire y no en
contacto con el exterior de la misma. Sencillamente tienes que esperar a que se
acerque el tiburón, el personal de abordo te informa de en qué dirección van a
aparecer delante de la jaula, por lo que al grito de “Down to the right” tomas
aire, y te zambulles en el agua dirigiendo tu mirada hacia esa parte del agua.
Y pronto aparece lo que tanto tiempo llevas soñando; EL GRAN TIBURON
BLANCO
Realmente es un momento muy íntimo, quiero decir con esto que es un
momento donde no ves nada más que al tiburón y donde no oyes nada,
absolutamente nada. El tiburón es un animal muy silencioso como lo es el fondo
del mar. En nuestra cabeza las imágenes de las películas, el ruido del mar, el
sonido cinematográfico del ataque de un escualo y un largo sinfín de sonidos
que quedan reducidos a nada, a absolutamente nada.
Llama la atención una cosa, el tamaño del tiburón, no tanto por su
longitud (los que vimos estaban entre 2 y 4 metros) sino su diámetro, son
ENOOOORMES.
La primera inmersión dura unos 20 minutos y si tengo que recomendar
algo es ser el primero en la derecha de la jaula, el grado de visibilidad es
mucho mayor y las sensaciones más auténticas.
En esos 20 minutos vemos a 4 tiburones unas 15 o 20 veces, es decir, suficientes. Hace frio pero no lo notamos tanto, la adrenalina, la tensión y los constantes zambullidos hacen que no parezca tanto.
Subimos de nuevo al barco, comemos un sandwich y tomamos una coca cola
a la espera de nuestro turno. Todo pasa muy rápido y no te sientes como en una
atracción de Disney. Está todo bien estudiado y muy bien organizado. Aprovechas
tu tiempo en el barco para sacar fotos desde el mismo y para entrar en
temperatura.
Pronto nos vuelven a llamar para una última “inmersión”. Así que nos
ponen el cinturón (la plomada) las gafas y a la jaula. Otras 15 o 20
inmersiones para ver de frente al famoso tiburón. Es difícil describir las
sensaciones que uno siente ahí abajo, pero es realmente disfrutable e
increíble, estás tan cerca pero tan lejos del escualo.
Esta vez nuestros amigos hacen bien su trabajo y atraen a los tiburones hasta rozar varias
veces la jaula, y de que manera. Si es increíble verlos a un metro no os quiero
ni contar las sensaciones a escasos centímetros.
Destacan también sus dientes y que a simple viste parecen bastante
nobles…. Nunca más lejos de la realidad.
Se acaba el día después de una última inmersión de 30 minutos y
rápidamente nos ponemos rumbo al puerto de Gaansbai al cual llegamos después de
10 minutos de travesía.
El viaje de vuelta a Ciudad del Cabo lo realizamos por la llamada
“Carretera de las Ballenas”, una preciosa y sinuosa carretera al borde del mar
que durante unos cuantos Km nos ameniza el viaje con unas vistas de ensueño.
No es época de avistamiento de ballenas pero de momento, con los
tiburones y el paisaje tenemos más que de sobra. El día vuelve a abrir y parece que la tormenta ha sido un mal sueño....
Es para mi una OBLIGACION recomendaros esta experiencia que en pocos
sitios del mundo se puede realizar, destacando la profesionalidad y la
seguridad con la que todo se realiza.
Repetiré, seguro, no se si será en Australia, en Hawaii o una vez más
en Ciudad del Cabo, pero tengo muy claro que es algo tan increíble y bonito,
que merece la pena el volverlo a repetir.
Tarde o temprano….
Volveré…..
Volveré y repetiré….
Tenerlo por seguro....
www.secretosdelviajar.blogspot.com
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En Twitter: @viajerosecreto
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